Lo normal en nuestra vida sería que estuviéramos en armonía. Y para lograrlo, tenemos que estar en el aquí y el ahora. Cuando nuestra mente está divagando en pensamientos pasados o futuros, simplemente estamos evitando el momento presente. Y a la mente le gusta hacer mucho eso, porque el presente suele ser incómodo, no tan agradable o doloroso.
Por eso muchas personas sin darse cuenta se van al pasado y manifiestan enfermedades en su presente, en su cuerpo físico, por algo que ya sucedió. Lo interesante es que ni siquiera recuerdas el pasado: recuerdas tu interpretación del pasado.
¿Qué emociones manifiestan estas enfermedades? Sobre todo la tristeza, una emoción asociada al pasado. Puede ser un evento o una situación que dejó una marca en tu vida, un aprendizaje intenso. Entonces tú lo traes a tu presente en cada momento. Cuando haces eso, cambias tu energía a que vibre en tonos grises, a que esté bajita, afectando tus pulmones, tus vías respiratorias.
Desánimo, rencor, resentimiento y odio, son otras emociones que tienen que ver con energías del pasado. Entonces podríamos generar algo grave; desde enfisema, problemas respiratorios o problemas en el hígado, hasta cáncer. De hecho el mayor componente del cáncer, es el odio, el rencor o el resentimiento. Todo el cáncer se crea sosteniendo tus memorias del pasado. Y sostenerlo intensamente. No podrías odiar por adelantado a una persona, no podrías decir «Voy a ir odiando a mi novi@ por si en el futuro me hace algo» o «De una vez voy a odiar a mi jefe del trabajo por si me corre». No se puede.
Lo ideal es sanar nuestro pasado. Todo lo que vivimos fue en el nivel de conciencia que teníamos antes; incluso las personas que interactuaron con nosotros, tenían que ver con ese nivel de conciencia. Y lo más interesante, nos dio un aprendizaje, una experiencia, un desafío, un reto en nuestra vida. Por lo tanto deberíamos agradecer, aprender de esa lección, de ese reto y soltarlo. Si sigues hablando de tu pasado a cada momento, es porque no lo has sanado; es que no entendiste la lección o el aprendizaje. Y toda prueba que no se entiende o que no se supera, se repite.
Te invito a revisar tu pasado. Sánalo, date cuenta de todo lo que agradeces de él. Bendícelo. Hónralo y libera tu cuerpo, es el que más te lo va a agradecer.
Gracias por leerme, te mando un gran abrazo y mucha luz.